De la compra de avales, conciencias y otras podredumbres de las campañas

Para nadie es un secreto que las formas  y manejos que se dan en la campañas políticas para lograr llegar al poder, huelen mal, se hacen triquiñuelas y manejos poco santos  que desde las aspiraciones de los candidatos se dan. Pero también desde los mismos líderes en los barrios y comunas  y desde la misma ciudadanía.

Los candidatos…

Si quieren mostrarse independientes deben lanzarse por firmas, pero lograrlas implica: Tener todo un andamiaje logístico y de personal que implica altos costos  para una persona que quiera realmente lanzarse a la candidatura. Aparentemente es la forma más limpia de hacerlo, pues si logra recoger las firmas de acuerdo al padrón electoral de la ciudad o del departamento, podrá actuar -sin tener en cuenta otros factores como la financiación-  de manera libre, sin “jefes” políticos,  si es que llega  a ser alcalde o gobernador. 

Pero la realidad  de quienes se van por la opción de firmas es que no es tan  buena como la pintan. Por ejemplo, en el municipio de Pasto, que tiene cerca de 400.000 habitantes, de los cuales solo pueden votar 290.000, un candidato a  la alcaldía tendría que  conseguir por lo menos 100.000 firmas para lograr el mínimo que exigen las normas que son 55.000  tras pasar por todas las verificaciones y filtros por parte de la Registraduría, que no son pocos (firmas repetidas, legibles, que coincidan con el número de la cédula etc.) Para conseguir ese número de firmas el candidato debe contratar con un equipo de personas  que normalmente llaman “voluntarios”, a quienes se les debe garantizar transporte, uniforme de la campaña, publicidad, miles de copias de los formularios, almuerzos y refrigerios… finalmente es un trabajo maratónico de por lo menos 8 horas diarias, incluidos sábados y domingos durante por lo menos tres meses.

Durante 2023, en Pasto hay por lo menos tres candidatos dispuestos a irse por firmas. Acudiendo a matemáticas sencillas, el número de ciudadanos aptos para votar (290.000 ciudadanos mayores de 18 años con cédula inscrita en la ciudad) ) no alcanzaría  para que ese número de candidatos que están recogiendo firmas lograran su cometido. Tradicionalmente, en la ciudad la abstención supera el 50%, lo que dejaría el tema de las firmas en un máximo de 145.000 participantes en total (mientras que los tres candidatos necesitarían, sumados, como mínimo 300.000). Como consecuencia, los candidatos no tienen otra opción que irse a buscar desesperadamente aval en los partidos políticos.

El panorama de los avales tampoco es muy halagador. Aunque los partidos oficialmente niegan la venta de avales, lo cierto del caso es que en el mundo de la política y el pragmatismo se sabe  que el mercado del aval está en subasta. Algunos  candidatos han apelado incluso al procedimiento tramposo de comprar avales (en plural), con tal de dejar a los otros candidatos por fuera del ruedo, como en el caso de un exalcalde de la ciudad, de quien se dice  que con tal de quedarse como único candidato del Pacto Histórico está comprando avales como comprando pan.

Para algunos expertos en estos temas electorales,  además de una pésima y vergonzante estrategia, esta, sin embargo, tampoco garantiza que quienes actúan de esa manera terminen siendo los ganadores, y que, por el contrario, lo que hacen es generar profundas  divisiones internas en los partidos.  

Por otro lado, se encuentran los que  han conseguido los tales avales a cambio de dinero o por cuenta de acuerdos  para hacer parte de la administración (Lo que ahora llaman pactos de gobernabilidad). En ambos casos, no es necesario hacer tantas elucubraciones, se llega al poder con el propósito de recuperar la inversión. 

Los lideres… 

En el caso de los lideres de barrio o de comunas, que son tan apetecidos por las campañas, pues estos también hacen parte de la/s subasta/s. Ellos saben que  los necesitan y ofrecen sus “buenos oficios”… unos organizando reuniones -para lo cual piden plata para garantizar la asistencia de la gente-, y entonces nuevamente vienen los costos de transporte, refrigerio, a veces el salón, las sillas, el sonido y muchas otras cosas más. Estos lideres son expertos en convocar gente y entre más gente traigan mejor, así ganan puntos con la campaña y el candidato. Incluso intermedian entre  grupos de ciudadanos y la campaña, por ejemplo, es frecuente que ubiquen diversos sectores de la ciudad como equipos de futbol, casas de ancianos, comunidades indígenas o grupos culturales  y les ofrecen patrocinio para el campeonato del momento o para el evento que piensan realizar, todo  con tal de que vayan a reuniones así no sepan ni el con quien ni el para que. 

La ciudadanía

Otra práctica común, proviene de ciudadanos integrados a diferentes grupos sociales, que le exigen directamente a las campañas que si los patrocinan en x o y evento dejan entrar al candidato para que intervenga y hable de su candidatura. Es decir, es una especie de “peaje social”, y esto se da en bingos,  campeonatos deportivos  y reuniones de barrio. En otras palabras, es el ejercicio en el cual algunos sectores de la misma ciudadanía se dejan llevar por estos vicios de la politiquería están haciendo parte de todo el nefasto andamiaje de los procesos electorales, en los que  lo único que tiene valor es el dinero, en unos caos más en otros menos, en otros incluso por necesidad, pero lo cierto del caso es  que queda una mala sensación de  algo que podríamos llamar “des democracia”  algo que no es sano, que hace parte de la corrupción.

Alguien me decía hace poco, que esa mala práctica de algunos sectores sociales y de ciudadanos, también tiene que ver con la falta de credibilidad en los políticos. Le han fallado tanto a la gente, los han desilusionado tanto, que la misma gente  cobra un “peaje” a los  candidatos  si quieren  que lo escuchen. 

Un amigo que trabaja directamente en una campaña, me  puso a escuchar unos audios en los que un grupo de deportistas exigían que sí el candidato quería hacer una reunión con ellos, primero tenía que pagarles los uniformes y el campeonato si es que quería reunirlos para escucharlo. Y la persona de la campaña les decía pero si no contamos con recursos, ¿no están interesados en oír nuestras propuestas? Claramente el líder de los deportistas les reiteraba, pues  aplacen la reunión que cuando tengan la plata hablamos.

Solo queda decir que todo esto es un panorama nefasto para la democracia   y el futuro del país.

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Comunicadora Social- Periodista, con maestría en estudios políticos y conocimientos en derechos humanos y DIH, amplia experiencia en estrategias de comunicación, diagnóstico y análisis de coyuntura.

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